lunes, 19 de agosto de 2013


"El compromiso con los más pobres también es una forma de aprendizaje. Nosotros siempre vimos al pobre no sólo como alguien a quien debemos ayudar, sino del cual tenemos que aprender. Ésa es la diferencia. El pobre tiene mucho para enseñarnos. El que ayuda también crece espiritualmente".

José María Di Paola nació el 12 de mayo de 1962 en Burzaco. El llamado a trabajar en las villas de emergencia fue siempre muy fuerte, siguiendo los pasos del Padre Mujica.

A finales de 1996, estaba en Mataderos, en la parroquia de San Pantaleón y cumplía algunas tareas solidarias en Ciudad Oculta.
Entonces se enteró que el cura de la villa de Barracas dejaba vacante la parroquia de Caacupé, no lo dudó.

"Me gustó el desafío porque ser párroco implicaba estar por mucho tiempo, hacer un trabajo a largo plazo. Me decían que la realidad en la 21 era complicada, muy dura, de mucha violencia. Entonces vi definitivamente unidas mis dos vocaciones: los jóvenes y los pobres".

Así arranca una historia de amor al prójimo.

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